Esta semana el Foro Económico Mundial destacó que en Japón se está viviendo una transformación silenciosa pero poderosa al redefinir la relación de los jóvenes con el dinero.
Y es que desde el año 2022, la educación financiera forma parte del currículo nacional —desde primaria hasta preparatoria— con talleres que enseñan temas prácticos como “necesidades versus deseos”, pagos sin efectivo, planificación a largo plazo y riesgos del mundo digital.
¿Cómo esto debe impactar en nuestro bolsillo?
1.- El dinero ya no es solo billetes
Al igual que en Japón, en CDMX y en México en general estamos viviendo un cambio: las transacciones digitales se están volviendo la norma.
Transferencias, pagos con apps y tarjetas, plataformas de delivery, servicios de streaming, tiendas en línea... todo suma. Entender cómo funciona ese ecosistema te protege de fraudes, sobreendeudamiento o usos innecesarios de comisiones que muchas veces pasan desapercibidas.
2. Educación financiera temprana: la clave de decisiones inteligentes
Cuando eres joven, cada peso cuenta. Aprender a distinguir entre lo que deseas hoy y lo que realmente necesitas, planear gastos, ahorrar aunque sea poco, entender conceptos como interés, inflación, ahorro para emergencias: esas son habilidades que no se ven como glamourosas, pero constituyen la base para no vivir al día, para tener margen de maniobra ante imprevistos.
3. Digitalizarse, con cuidado
El dinero digital tiene muchas ventajas: comodidad, rapidez, trazabilidad. Pero también riesgos: robos cibernéticos, cargos no autorizados, engaños con apps falsas, falta de conocimiento sobre tus derechos como consumidor digital. Informarse —ojalá con programas escolares, talleres ciudadanos, contenido confiable en medios locales— es crucial.
4. Instituciones y comunidades: roles que pueden marcar la diferencia
El ejemplo japonés muestra que no basta con que los individuos estén alertas: se necesitan políticas educativas que integren estos contenidos desde edades tempranas; materiales didácticos claros, maestros preparados; colaboraciones entre gobierno, empresas fintech, ONG y la comunidad. En CDMX, estas alianzas podrían ampliarse (o aprovechar mejor las que ya existen) para ofrecer talleres gratuitos, apps educativas, centros de orientación financiera, etc.
5. ¿Qué puedes hacer tú hoy?
Empieza por lo básico: lleva un registro de tus ingresos y gastos.
Usa las apps como herramienta, no como fin: revisa tu estado de cuenta, evita caer en compras impulsivas.
Pregunta todo: ¿qué comisiones cobran al pagar con tarjeta?, ¿cuál es el interés real si pides un crédito o usas “compra ahora paga después”?
*Ahorrar no tiene que ser mucho al inicio: los hábitos importan más que la cantidad.
Comparte lo aprendido: hablar de dinero en la familia, con amistades, ayuda a que más gente esté alerta y evite errores costosos.
La educación financiera no es solo un contenido escolar ni un consejo aislado; es una herramienta de autonomía y es nuestro derecho.
En un mundo cada vez más digital, nosotros —los jóvenes, los adultos, quienes vivimos en CDMX— ganamos cuando comprendemos el dinero, lo controlamos, lo usamos para construir y no solo para sobrevivir.
Porque la verdadera riqueza personal empieza cuando tomas decisiones conscientes sobre lo que gastas, lo que ahorras y lo que inviertes en ti mismo.
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