¿Hasta dónde deben intervenir las autoridades escolares cuando un caso de bullying se extiende a las redes sociales de las y los alumnos? Las escuelas suelen delimitar su responsabilidad al espacio y tiempo de clases, pero ¿qué ocurre si alguien de la comunidad escolar lleva el acoso a las plataformas digitales?
De acuerdo con el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, la violencia cibernética afecta al 11% de niñas, niños y adolescentes. Esto evidencia la necesidad de diseñar estrategias que trasciendan los límites físicos de la escuela y protejan todo el universo en el que se desenvuelven las infancias y adolescencias cotidianamente.
Hace unos días publicamos en Niñas 4.0 una entrevista con Reyna Monjaraz, directora de Fundación en Movimiento, sobre cómo identificar y atender el bullying, un fenómeno cada vez más presente en entornos escolares.
Para partir de un punto en común, Reyna explicó que el bullying es violento, intencional y repetido; ocurre con desequilibrio de poder y no se limita al salón: hoy también sucede en pantallas.
La propia Fundación lo resume con la “regla de las 3C”: constante, contra alguien y con intención.
Aunque llega a ser tema de discusión cuando se presentan agresiones físicas, el acoso inicia desde la exclusión y aumenta progresivamente en una especie de “escalera de agresiones”.
Educar desde el inicio
El bullying se ha vuelto un fenómeno creciente. De acuerdo con el estudio 2025 de la organización Bullying Sin Fronteras, México es el Segundo lugar con más bullying en el mundo. Esta situación ha llegado a causar fallecimiento o lesiones graves a niñas, niños y adolescentes.
La Red por los Derechos de la Infancia reporta que en 2023, 943 personas menores de 17 años que fueron atendidas en hospitales por violencia física en escuelas.
¿Qué hacer para evitar que llegue a esos niveles? Atenderlo desde el principio, lo cual significa educar en respeto y valores.
“El bullying se aprende desde el hogar y se manifiesta en los espacios de socialización. Las chicas y chicos interactúan como lo aprendieron en casa”, señala Reyna, quien enfatiza que toda la comunidad escolar debe actuar bajo este principio.
¿Cómo viven las niñas y adolescentes el bullying?
Definir si el fenómeno afecta más a niñas o a niños no es sencillo. De acuerdo con el estudio PISA 2022, el 19% de las alumnas y el 17% de los alumnos en México reportaron sufrir actos de acoso al menos algunas veces al mes.
Aunque la diferencia estadística parece mínima, cabe preguntarnos si la violencia escolar no representa un obstáculo adicional para las niñas, especialmente en una etapa donde la educación puede ser la vía para romper barreras.
En este espacio hemos hablado de cómo las barreras invisibles detienen la participación de más chicas y adolescentes en campos con alto potencial para su desarrollo, como matemáticas, ingeniería o música.
Por eso creemos que es necesario añadir una perspectiva de género al freno de la violencia en edades tempranas, evitando que se convierta en un obstáculo adicional para que ellas logren su mayor desarrollo.
El papel de la comunidad
Como advierte Reyna, desde los hogares debemos educar para evitar que nuestras niñas o niños sean quienes reciban o ejerzan bullying, pero sobre todo, para que no se conviertan en quienes acompañan o replican las conductas violentas. Evitar que estas acciones sean aplaudidas o amplificadas puede ayudar en gran medida a contenerlas.
En una sociedad que con frecuencia normaliza la violencia, enseñemos a nuestras chicas y chicos a reconocerla y rechazarla desde temprana edad.
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